lunes, 27 de mayo de 2019

BIOGRAFIA DE LA MADRE


BIOGRAFÍA DE LA MADRE                  

LA PRIMERA ETAPA DE SU VIDA

Mirra Alfassa, más conocida con el nombre de Madre, nace en París, el 21 de febrero de 1878, en el seno de una familia de clase media procedente de Oriente Medio.
Sus padres, Maurice Alfassa, turco y Mathilde Ismalun, egipcia, eran totalmente pragmáticos y ateos, y rechazaban como debilidad de carácter cualquier actitud de índole artística o espiritual ante la vida.
Justamente, en medio de esa atmosfera familiar tan poco propicia a fenómenos “sobre-naturales”, es  donde van a sobrevenirle a Madre, ya desde muy pequeña, las más extraordinarias experiencias interiores, que se verá obligada a vivir en la más completa soledad.
Una de sus más tempranas experiencias, a los 5 años, nos la relata así “Me sentaba en un pequeño sillón, hecho expresamente para mí, y permanecía totalmente sola en la habitación, y… (no sabía  lo que era, en absoluto, nada, mentalmente cero) sentía una especie de sensación muy agradable de algo muy poderoso y luminoso, situado por encima de la cabeza: la Consciencia. Y la impresión era: esto es lo que debo vivir, lo que debo ser, y después la atraía hacía abajo porque esa era verdaderamente mi razón de ser.”
Empieza a partir de ahí a adentrarse en la percepción de todo un mundo de vibraciones y a saberlas distinguir y, luego, controlar espontáneamente a través de los centros de consciencia o chakras. Tiene asimismo innumerables experiencias de vidas pasadas, aprende a salir de su cuerpo y explora infinidad de dimensiones y mundos. Todo ello la lleva a plantearse, a partir de la irrealidad aparente del mundo material, cual es la verdadera realidad de la vida y de la materia, indagación que marcará toda su existencia y el rumbo de sus descubrimientos.
Desde muy joven ya empieza a inclinarse por actividades artísticas, y decide estudiar música y pintura, en una actitud de rebeldía ante el medio familiar.


A los 19 años contrae matrimonio con Henri Morisset, pintor vinculado a la escuela impresionista, de cuya unión nace André, su único hijo. Durante los 10 años que va a durar ese matrimonio, Madre entrara en contacto con todo el mundo artístico e intelectual del Paris de comienzo de siglo, e irá, paso a paso, descubriendo su lado oscuro, el desequilibrio existente entre la obra admirable de unos grandes artistas y sus vidas, a menudo tan alejadas de esa perfección. Así, se va desarrollando en ella el anhelo imperioso de que la vida sea algo pleno, verdadero, algo que supere esa constante dicotomía y dé a la postrada humanidad la posibilidad de una mutación.
A los 26 años conoce a Max Théon, famoso ocultista de la época y director de la “Revue Cosmologique”, quien le dará por fin una explicación a todas sus experiencias. A partir de ese encuentro, Madre se adentra en un proceso acelerado de profundización en el ocultismo y aprende a dominar y explorar metódicamente todos los niveles de consciencia, y acabando por descubrir su propia esencia divina, la luz interior del ser. Al mismo tiempo, constata el poder de la consciencia superior sobre la materia y es testigo de extraordinarios fenómenos provocado por el poder de Théon.
Colabora, asimismo, en la “Revue Cosmologique” durante unos años, pero pronto llegará a la conclusión de que el superhombre que preconiza Max Théon está más cerca del ideal de Nietzsche que del nuevo ser, unido en su interior a la totalidad del cosmos, cuyo advenimiento intuye ya, y cuyo poder sobre la materia surgirá de su mismo cuerpo físico y será tan natural y espontáneo como su respiración.
En 1908, se divorcia decepcionada de Morisset, e inicia una nueva etapa en 1910 junto a Paul Richard, abogado e intelectual interesado por cuestiones filosóficas y esotéricas, con quien contrae nuevo matrimonio. A partir de este momento, se va a dedicar al estudio intensivo de todas las filosofías y religiones, en definitiva, al conocimiento sistemático del universo mental y de todas sus construcciones.
A través de Paul Richard, sabe de la existencia en la India de Sri Aurobindo, y empieza a sentir el paralelismo existente entre los descubrimientos de éste y los suyos: la existencia de un principio desconocido en las capas superiores de la consciencia que enlaza con los niveles subatómicos de la materia, capaz de transformar la tierra y el hombre, al que Sri Aurobindo da el nombre de Supermente. Este principio encarna la fusión  de los dos polos de la consciencia: espíritu y materia, unidad y diversidad, eternidad y tiempo, ser y devenir, alma y cuerpo. Representa el próximo estadio evolutivo de la humanidad y hacía él se dirige inexorablemente. Mediante su manifestación será posible la transmutación de todos los niveles inconscientes del ser y la eclosión de una vida progresivamente divina sobre la tierra, hasta la desaparición de la muerte física, última expresión de esa inconsciencia.
Durante este tiempo frecuenta diversos grupos de investigación espiritual y colabora con su marido en la traducción de las obras de Sri Aurobindo, publicadas en la revista de India “Arya”, fundada por éste.
En 1914, en vísperas del estallido mundial, embarca en el Kaga-Maru con su esposo y emprende viaje hacia la India.



El 29 de marzo de 1914, en Pondicherry, tiene lugar el primer encuentro con Sri Aurobindo, y descubre, impresionada, que es el mismo personaje que se aparecía en sueños desde muchos años antes, y que había confundido con una divinidad hindú. El encuentro es sentido por ambos como una señal de que la manifestación de la nueva consciencia tendrá lugar. Al día siguiente, en una nueva visita, Madre tiene por primera vez la experiencia del silencio mental, que va a iniciar una nueva etapa en su camino.

En Pondicherry permanecerá un año, antes de regresar a Europa por un año más, y en 1916 partirá de nuevo hacia Japón, donde residirá por espacio de cuatro terribles años de pruebas interiores. Allí va a pasar los últimos años de la Gran Guerra, dedicada al estudio del zen, a dar a conocer la llegada de Sri Aurobindo y de la Nueva Era, y a concienciar a las mujeres japonesas, en una serie de charlas, de su responsabilidad en el nacimiento de un nuevo hombre, instándolas a la creación consciente de sus hijos. Intentará, también, hacer trascender a Paul Richard la visión mental del mundo, sin conseguirlo. Fracasadas todas sus tentativas, pide una orientación a la luz y le sobreviene la respuesta en forma de una visión determinante:

“De repente, todo se inmovilizó en mi –dice Madre- todo el ser exterior se inmovilizó completamente, tuve una visión del Supremo… más bella que la del Guita. Una visión del Supremo. Y esta visión me tomó literalmente en sus brazos, se volvió hacia el oeste, es decir hacia la India, y me presentó, y vi que al otro extremo estaba Sri Aurobindo. Era… Lo sentí físicamente. Lo vi, lo vi -tenía los ojos cerrados pero lo vi… indescriptible. Era como si esa Inmensidad se redujera a un ser un tanto gigantesco; me levantaba como una brizna de paja y después me presentaba. Ni una palabra, ni nada más, sólo eso. Luego todo desapareció… Al día siguiente, empezamos a preparar el viaje para regresar a la India”.

 EL TRABAJO JUNTO A SRI AUROBINDO

El 24 de abril de 1920 retorna a Pondicherry y restablece a conexión física con Sri Aurobindo. Surge en los dos la rotunda certidumbre de que la realización supramental sobre la tierra va a tener lugar, y da comienzo el trabajo infatigable de ambos en esa dirección, poniéndose los cimientos de un nuevo yoga, cuyo último objetivo será la divinización total de la mente, la vida y el cuerpo.

En 1926, Sri Aurobindo se retira para acelerar el movimiento de descenso de la consciencia supramental a la consciencia física, y deja a Madre el cuidado del pequeño Ashram, constituido por un núcleo de amigos y admiradores suyos, antiguos revolucionarios como él, declarando que Madre y él son una misma consciencia. A partir de ese momento, empieza a ser conocida con el nombre de Madre.

El Ashram va creciendo progresivamente y convirtiéndose en un auténtico laboratorio evolutivo. Funda la “Escuela Internacional de Educación”, vinculada al Ashram, donde se intentarán desarrollar los principios educativos de Sri Aurobindo, y da periódicamente charlas a los discípulos, recogidas en los “Entretiens du soir” (Conversaciones de la Madre).

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, trabaja activamente junto a Sri Aurobindo en los niveles ocultos a favor de un desenlace favorable a las fuerzas progresistas, representadas en aquel momento por los aliados.

En 1950, Sri Aurobindo, llegado a un punto crítico en su proceso de descenso al inconsciente, decide abandonar su cuerpo físico para trabajar desde los planos sutiles y transfiere a Madre, en el momento de su muerte, toda la luz acumulada en sus células.

EL YOGA DE LAS CÉLULAS

Una vez Madre sola, va a tener que asumir todas las cargas. Hasta ese momento Sri Aurobindo se encargaba del trabajo del yoga de transformación, cuyos avances pasaban automáticamente a ella; pero a partir de entonces, tendrá que hacerse cargo también de esta tarea. Da comienzo, pues, una nueva etapa: la del yoga de las células. Todas las resistencias de la tierra a la nueva luz las va a vivir en su propio cuerpo, identificado con la consciencia terrestre, y va a aventurarse, prosiguiendo la tarea de Sri Aurobindo, en un proceso desconocido por cualquier otro yoga.

El 29 de febrero de 1956, tiene Madre la primera experiencia del descenso de la fuerza supramental a la consciencia terrestre durante una meditación colectiva en el Ashram:

Esta tarde, la Presencia Divina estaba allí, presente entre vosotros, concreta y material. Yo tenía una forma de oro vivo, tan grande como el universo, y me encontraba ante una inmensa puerta de oro macizo –la puerta que separa el mundo del Divino.
Mientras contemplaba la puerta, supe, en un único movimiento de consciencia, que había llegado el momento, y lo quise; y levantando un enorme martillo de oro, que sostenía con las dos manos, golpeé una sola vez la puerta, y la puerta se hizo pedazos.
Entonces, la luz, la fuerza y la consciencia supramentales se expandieron en oleadas ininterrumpidas sobre la tierra”.

De 1960 a 1973 toda su investigación y todos sus hallazgos los va a ir dando a conocer en una serie de conversaciones con su discípulo Satprem, que, grabadas y transcritas más tarde, constituyen los 13 volúmenes de su “Agenda”. En ellos se va perfilando, paso a paso, la extraordinaria irrupción de una nueva fuerza sobre la tierra, con todas las interminables resistencias materiales, origen de  la violencia y el caos de nuestra época.

En 1968 funda, a pocos kilómetros de Pondicherry, Auroville –la ciudad de la aurora- como enclave capaz de favorecer el florecimiento de una vida anclada en el gozo del descubrimiento interior y de su manifestación.

A comienzos de 1969, se produce lo que Madre llama el advenimiento de la Nueva Consciencia: la vibración supramental se aposenta definitivamente en la consciencia física como una fuerza masiva y densa, capaz de hacer girar instantáneamente el rumbo de los acontecimientos a quien esté abierto a ella.

La carga de ignorancia y las sugestiones derrotistas que la rodean en el momento en que está centrado su trabajo en el punto de máxima resistencia en el inconsciente –la muerte-, acaban por hacer insostenible la vida de Madre en este plano físico y provocan, tras una lucha titánica con esas malas voluntades, su muerte el 17 de noviembre de 1973, a los 95 años de edad.



EL MOMENTO ACTUAL

Tras su partida, el trabajo sigue; el nuevo principio, establecido mediante el sacrificio total de las vidas de Sri Aurobindo y Madre, está en acción sobre la tierra, acelerando su cambio, levantando profundas conmociones en su masa y en la consciencia de la humanidad, haciendo surgir con fuerza inusitada todo lo que debe desaparecer y se resiste, y poniendo los firmes cimientos de una nueva creación. Creación que está actuando con la mayor fuerza sobre todo aquel que, religioso o ateo, occidental u oriental, conocedor o desconocedor absoluto del trabajo de Sri Aurobindo y Madre, llegado a un punto de asfixia, esté aspirando con intensidad a un mundo más verdadero, y con la que puede colaborar conscientemente, acelerando su manifestación, el que decida abrirse en cuerpo y alma a la nueva luz.

Transcripción: Fundación Centro Sri Aurobindo, Barcelona






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