LA AGENDA DE
MADRE
10 De mayo
de 1958
Desde el
punto de vista positivo, estoy convencida de que estamos de acuerdo sobre el
resultado a obtener, es decir una consagración integral y sin reservas- en el
amor, el conocimiento, y la acción- al Supremo y a Su Obra. Digo el Supremo y a
su obra, porque la consagración al Supremo solamente no es suficiente. Estamos
aquí, ahora, para esta realización
supramental y esto es lo que se espera de nosotros; mas para poder alcanzarla,
es preciso que la consagración sea total, sin reserva, absolutamente integral.
Creo que esto ya lo has comprendido, es decir, que tienes la voluntad de
realizarlo.
Desde el
punto de vista negativo- voy a hablar de las dificultades que hay que superar-;
uno de los obstáculos más serios es la legitimación que la consciencia exterior
ignorante y mentirosa, la consciencia ordinaria, da a todas esas pretendidas
leyes físicas, causas, efectos y consecuencias, a todo lo que la ciencia ha
descubierto físicamente, materialmente. Todo eso es una realidad indiscutible
para la consciencia, una realidad que permanece independiente y absoluta en
presencia de la eterna Realidad Divina.
Y es tan
automático que es inconsciente.
Cuando se
trata de movimientos como la cólera, los deseos, etc...Reconocen que están
equivocados y que tienen que hacerlos desaparecer, pero cuando se trata de las
leyes materiales –del cuerpo, por ejemplo, sus necesidades, su salud, su
alimento y todas esas cosas-,les dan una realidad concreta tan sólida, tan
compacta, tan establecida, que parecen absolutamente indispensables.
Pues bien,
para poder curar eso, que es el mayor de todos los obstáculos (ese hábito de
poner la vida espiritual por un lado y la vida material por otro, de reconocer
a las leyes materiales su derecho a la existencia), hay que tomar una
resolución, y es la de no legitimar jamás, cueste lo que cueste, ninguno de
esos movimientos.
Para poder
ver el problema tal como es, es completamente indispensable, es decir
primordial, salir de la consciencia mental, incluso de la transcripción mental,
en la mente más elevada, de la visión y de la verdad supramentales. No se ven
las cosas tal como son, en su verdad, más que en la consciencia supramental; y
si se intenta explicarlas, como estamos obligados a formularlas mentalmente,
rápidamente se nos escapan.
En cuanto a
mí, no he visto todo esto más que en el momento de esa experiencia (del 1 de
mayo de 1958), y como resultado de esa experiencia. Pero incluso la experiencia
misma es imposible de formular, y desde que me puse a hacer un esfuerzo para
formularla, cuanto más lograba
formularla, más se desvanecía, se escapaba.
En
consecuencia, si uno no se acuerda de haber tenido la experiencia, se queda
igual que antes, pero con la diferencia de que, entonces, sabe, y puede saber,
que esas leyes materiales no responden a la verdad. Eso es todo. No responden
en absoluto a la verdad y, en consecuencia, si queremos ser fieles a nuestra aspiración,
de ninguna manera hay que legitimar todo eso. Hay que decir: es un mal que
tenemos que aguantar por ahora, durante un período intermedio, pero es un mal y
una ignorancia. Porque verdaderamente es una ignorancia (no es sólo una
palabra): es una ignorancia, las cosas no son así, incluso cuando lo que está
en juego es nuestro cuerpo tal como es. En consecuencia, no legitimemos nada.
Digamos: es un mal que hemos de aguantar por el momento hasta que salgamos de
él, pero no RECONOCEMOS a todo eso una realidad concreta. NO tiene una realidad
concreta, tiene una realidad engañosa, eso que llamamos realidad concreta es
una realidad engañosa.
Y la
prueba-tengo una prueba porque la experiencia la tengo en mí misma-, es que
desde el momento en que uno está en la otra consciencia, la verdadera
consciencia, todas esas cosas que parecen tan reales, tan concretas, cambian
INSTANTÁNEAMENTE. Hay cierto número de cosas, de condiciones materiales de mi
cuerpo-materiales-que han cambiado instantáneamente. No duró el tiempo
suficiente como para que cambie todo, pero hay cosas que han cambiado y que ya
no han vuelto nunca a ser como antes, han quedado cambiadas. Es decir, que si
aquella consciencia fuera mantenida constantemente ¡sería un milagro perpetuo (lo
que, desde nuestro punto de vista ordinario, llamamos milagro), un milagro
fantástico y perpetuo! Pero desde el punto de vista supramental, no sería en
absoluto un milagro, sería lo más normal.
Por lo
tanto, si uno no quiere oponer una resistencia oscura, inerte, obstinada a la
acción supramental, tiene que admitir, de una vez para siempre, que no debemos
legitimar nada de todo eso.
La Madre
(Traducción:
Instituto de Investigaciones Evolutivas, pág. 216, 217, 218)